Hola amigos antárticos. En este blog les dejaré algunas experiencias que hemos vivido durante esta expedición antártica, que como podrían deducir, han sido muchas, pero trataré de centrarme en lo más importante. Luego de pasar una noche en Rio Gallegos, nos fuimos muy por la mañana a la Terminal de Pasajeros Antárticos de la Fuerza Aérea Argentina donde esperamos antes de tomar el vuelo antártico. Para este punto, todas las personas que viajaron con nosotros ya tenían puesta su ropa de “cruce” es decir, la ropa con la que iban a pisar la Antártida. De pronto, una voz desde afuera gritó “¡a la pista!”, y en un abrir y cerrar de ojos todos estábamos afuera, en la pista, esperando las indicaciones del oficial para subir al Hércules que se divisaba al final de la pista. El oficial que había estado con nosotros durante toda la cuarentena nos reunió en media luna, indicándonos que estaba a punto de darnos la última orden, la cual era indicarnos cuando debíamos subir al Hércules; Y tal cual, así fue, poco después nos indicó que era hora de abordar, y una vez adentro, nos reunimos con otros oficiales que tomaron el control del vuelo hasta que aterrizamos en la Antártida. ¡Jerarquías! Tocamos suelo antártico el día 23 de febrero a eso de las 5.40PM (2.40PM hora GT) – Aterrizamos en la Base Antártica Marambio operada por el COCOANTAR. Esta es la Base más grande con que cuenta Argentina en la Antártida y es principalmente utilizada para ser despliegues y rejuntes de dotaciones entrantes y salientes. La suerte jugo a mi favor ya que fui el primero, de todos los tripulantes, en bajar del avión. Sentir nuevamente el frio gélido del continente me recordó la razón del porque hago todo esto. Luchar para que Guatemala, a través de mi preciado IPOGUA pueda tener una pequeña representación en este continente. Al caminar unos metros desde el Hércules a la Base Marambio, pasamos por una última inspección de COVID-19, que fue una fumigada de alcohol diluido en agua para matar cualquier patógeno que pudiera haberse colado durante el despliegue. Luego de ese momento, nos dirigimos hacia una sala de espera, en la cual había una cantidad significativa de personas esperando a abordar el Hércules para su regreso a Argentina. Mientras esperábamos para que se nos trasladara a la Base Esperanza, aprovechamos para observar los despliegues logísticos. ¡Opa! ¡Que espectáculo! Helicópteros aterrizando, y otros volando, camiones con equipajes que iban y venían del Hangar y de fondo el Hércules preparando su despegue. Fueron instantes de mucha adrenalina. Una experiencia única que recuerda la importancia del aporte militar para poder permanecer acá. En teoría, teníamos programado nuestro traslado a la Base Esperanza ese mismo día, pero por cuestiones de último momento, nos informaron, luego de 2 horas de espera, que no saldría helicóptero para la Base Esperanza, por lo tanto, pasaríamos la noche en Marambio. Bueno, en realidad este fue un notición pues tendríamos la oportunidad de conocer las instalaciones por dentro de Marambio. Conocer como es la vivencia de militares y científicos en esta que es una de las más congestionadas y operativas de la Antártida. Esta Base cuando esta sin nieve, pareciera ser como una base lunar; todos los módulos se encuentran elevados del suelo, cada uno conectado con el otro por medio de puentes, en un terreno de permafrost muy irregular, desolado y frío. Para resumirles todo lo que conocimos, decirles que nos fuimos a la cama a eso de las 2.20 AM y nos levantamos a las 5.30 AM para ver el amanecer. - Aunque no cumplimos este cometido pues cundo salimos, ya había amanecido, nos comentaron que en esta región del planeta amenace a las 4.30 AM aprox. Para aprovechar al máximo las horas luz que tuvimos, hicimos una caminamos a inmediaciones de la Base contemplando sus impresionantes vistas, y observando fósiles de conchas marinas que vivieron allí hace más de 200 millones de años. Salimos a las 11AM de Marambio rumbo a Base Esperanza. Prepararon un helicóptero para trasportarnos y en cuestión de minutos iniciamos a divisar las maravillas de la Antártida. Este continente nos sorprendió con unas vistas de ensueño. Pero para no enrollarme describiéndoles esto, mejor les dejo unas fotos para que uds puedan disfrutarlas. Luego de 40 minutos de viaje, finalmente iniciamos a divisar entre glaciares, la Base Esperanza, la cual está ubicada en la Bahía Esperanza. Unas casas de color rojizo, camiones rojizos, caras sonrientes, y un frio intenso nos dio la bienvenida a esta Base. Una Base que nos ha acogido de una manera muy calurosa dándonos vivencias antárticas que nos han marcado y que las llevaremos en la mente y corazón. Por siempre.
1 Comentario
Primera Parada: Río GallegosLuego de un último testeo de sanidad y con la prueba de COVID-19 negativo, nos preparamos para salir rumbo a Río Gallegos para iniciar con nuestra aventura antártica. El personal militar nos informó de estar preparados a las 2 PM, o antes, para nuestro traslado del lugar de cuarentena a la Base Militar Palomar, en Buenos Aires. Una voz repentina dijo: - ¡AL BUS! - y en cuestión de segundos, las maletas estaban siendo subidas a los camiones de carga y nosotros de camino a los buses. Nos subimos cargados de emociones y expectativas que, sin duda, anunciaba una experiencia única en nuestras vidas, un viaje a los confines del planeta, a la Antártida. Luego de llegar y esperar en la zona de reunión, nos dirigimos a la zona de carga del Hércules C-130. Caminamos un largo tramo, viendo a cada paso, una pequeña parte del ala del Hércules, la cual se hacía cada vez más grande, a medida que caminábamos. todo el quipo derrochó emoción, al ver lo imponente de este avión, sabíamos que este era el primer acercamiento con la Antártida – y solo el inicio - Mientras caminaba por los pasillos del avión, la pregunta vino a mi mente: ¿Cómo llegué hasta aquí? un vuelo que no tiene precio, es la sensación de estar a un paso de la última frontera del hombre sobre la Tierra. Fue un viaje de alrededor 4 horas que, como bien lo sabemos, es algo incómodo pero seguro - Al final eso es lo que importa, la seguridad- Las piernas, el trasero y los oídos son las partes más afectadas, pero sin duda, la emoción y las ganas de llegar, hacen que todo valga la pena. Mientras se vuela es un buen momento para leer, escuchar música, o simplemente descansar, cualquier cosa que te distraiga de los molestos ruidos que provocan los motores del avión. Finalmente llegamos alrededor de las 10 PM a Rio Gallegos, nos recibieron en la Base Militar Aérea Argentina donde nos dieron lugar para reposar hasta el día de hoy (22-02-2022). A esta hora de la mañana que escribo estas líneas (23-02-2022), ya estamos listos para continuar con el siguiente vuelo antártico, el plan es llegar la Base Marambio y posteriormente movilizarnos a la Base Esperanza. – Esto ya en la Antártida-
Continua.... Abrazos, Ricardo La Antártida es para aquellos pocos que pueden estar aislados sin sentirse cautivos. En este blog les contaré como se vive una cuarentena pre-antártica, que, como yo lo veo, es muy parecido a lo que se vive en la Antártida. Para ponerlos en contexto, en la Antártida hay días en los que nadie puede salir de la Base debido a las malas condiciones meteorológicas, principalmente debido a una espesa neblina que impide ver a los alrededores y ráfagas de viento que pueden superar los 300km/h. ¡Por algo es el lugar más ventoso del planeta! Estas condiciones meteorológicas pueden durar de uno a varios días, de manera que los miembros de la dotación deben permanecer dentro de la Base por un tiempo indeterminado. Pues esto es lo que estamos viviendo acá, sin malas condiciones meteorológicas, por su puesto, pero si en un aislamiento continuo que pone a prueba nuestras aptitudes psicológicas que determinan la salud mental de cada uno de los que estamos aquí. Mientras escribo estas líneas, viene a mi mente lo que un amigo mío decía sobre el aislamiento, él decía que no podría permanecer en la Antártida por el aislamiento al que se somete la persona; por el contrario, el necesita salir, ver gente, escuchar el ruido de algo, socializar un poco, en fin. El punto es que eso no sucede en la Antártida. Ese es un continente tan inhóspito, donde el silencio es el único sonido que te envuelve a diario. Mi equipo de expedición y yo, ingresamos el día 08 de febrero alrededor de las 10 AM al lugar designado por el COCOANTAR, la cual es una casa de retiro llamada, Villa Evita, en Ezeiza. Somos alrededor de 40 personas confinadas. Diría que el 85% son militares y el 15% restante, investigadores. A este día, llevamos 8 de los 14 días de cuarentena. ¡Ya falta menos! El lugar es muy bonito, con área verde, y jardines. ¡Eso ya es ganancia! Al ingresar nos dieron una charla introductoria de lo que iba a acontecer en este proceso y de la reglamentación para evitar contagios. Nos hicieron una prueba inicial de COVID-19 y afortunadamente mi equipo de expedición y yo salimos negativos. –Con las ganas que tenemos de tocar el continente helado, eso es un alivio-. Sin embargo, 2 personas salieron con la prueba positiva. Estas personas, junto a sus compañeros de cuarto, están siendo aisladas en un área aparte donde están siendo monitoreadas para su mejoría. Con lo mucho que cuesta viaja a la Antártida, espero que puedan recuperarse pronto. Luego de hacernos la prueba de COVID-19 y esperar los resultados, ubicamos nuestras habitaciones. Estas son sencillas, pero cómodas. Todas tienen un pequeño escritorio donde ahora me encuentro escribiendo estas líneas y baño privado. -Nada para quejarse-. El día inicia muy temprano por la mañana con una rutina de aeróbicos para estirar y despabilar el cuerpo. y por la tarde, antes de cenar, salimos a correr; un par de vueltas al campo para oxigenar y divagar la mente. – No hay nada mejor para las circunstancias donde nos encontramos- Las comidas son muy puntuales. El desayuno se sirve de 8 a 10 AM. Este es el mismo todos los días, rodajas de pan horneado que puedes untarle miel, crema, mermelada o el famosísimo, dulce de leche. El almuerzo se sirve a la 1.00 PM y la cena a las 8.00 PM. Para llamar a la mesa alguien que esté de turno grita -¡RAAAANCHO!- eso es algo curioso. En las Bases Antárticas se conforman grupos de personas que deben colaborar en la cocina una vez a la semana. A estas personas se les conoce coloquialmente como –PINCHES- Y bueno, acá no es la excepción. Nos ha tocado hacerla de pinches para ayudar a lavar los trastos, barrer cocina/comedor, sacudir, poner/levantar la mesa y otras actividades que se nos designen. Son tareas básicas pero que deben hacerse a fin de ayudar a los cocineros que diariamente nos dan de comer – Es lo menos que podemos hacer- Durante las comidas es un buen momento para estrechar lazos de amistad con otras personas. Todos están acá por diferentes motivos: unos van un año entero a relevar la dotación que se encuentra ahora en la Antártida, otros van solo por 48 horas a descargar los suministros y otros por un par de semanas a realizar algún tipo de estudio. Cualquiera que sea la razón, hay común denominador que nos une a todos: -el espíritu antártico- Hace unos días, tuve la oportunidad de charlar con Lucia, ella es una militar que se encarga de los suministros alimenticios del Rompehielos IRIZAR. Yo le hice la pregunta de cómo es la logística detrás de la comida que se consume en el Rompehielos. Ella me explicaba que todo inicia con definir un menú, es decir se concreta que se va a comer en cada tiempo y que variedades de platillos pueden haber. Luego, se hace una lista detallada de todos los ingredientes para cada platillo y luego con matemáticas se determina la cantidad de ingredientes que deben comprarse. Lucia me explicaba que, por cuestiones de espacio, uso de combustible y la duración de frutas y vegetales, para esta expedición de crucero que durará 120 días, se decidió, desde los altos mandos, no usar vegetales ni frutas frescas –¡Que decisión esa!- Y pues bueno, por el contrario, todo será enlatado y en conserva. ¿Te imaginas vivir así por 120 días, sin frutas ni vegetales frescos? Pues ese es otro sacrificio que deben hacer los antárticos. - Por mi parte, no estoy seguro si podría sobrevivir con esa alimentación sin experimentar daños colaterales en mi digestión. Bueno, como dije antes, la Antártida no es para todos. El tiempo de esparcimiento es muy importante también. Durante este confinamiento nuestros amigos argentinos nos han preparado sus famosos asados, y no está de más, ¡son exquisitos! Además, en el campo tenemos a unos amigos muy peculiares, son 4 burritos que viven acá y se la pasan pastando todo el día. Mientras estamos en su territorio, que es el área verde, haciendo ejercicio, son muy curiosos pues van a indagar e inspeccionar lo que estamos haciendo. Estos son lo más parecido a una mascota, son totalmente sociables y acariciables. Esto también sirve como una terapia al confinamiento. Eso es todo para este blog amigos antárticos. Gracias por leer esta nueva aventura antártica, que también es de ustedes.
Cada día falta menos para llegar a los confines del planeta, la Antártida. Ricardo Primera Expedición Científica del IPOGUA a la Antártida Hola amigos antárticos, mi nombre es Ricardo Molina y soy un investigador antártico. He decidido hacer este blog por dos razones: la primera porque este resulta como un diario personal que al pasar los años iré recordado las vivencias; y dos porque siento que es necesario difundir entre la academia e inspirar a niños y jóvenes la importancia que la Antártida tiene para nuestra sociedad. Además escribir un blog a voz propia hace que las experiencias suenen mucho más naturales. Bueno, al grano. Aterricé en el Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini De Ezeiza, Buenos Aires, el día 7 de febrero de 2022 a las 6.30 am. Desde que salí de Guatemala todo marchó tranquilo y con naturalidad; aunque debo decir que no dejó de ser cansado. Mi equipo de expedición conformado por dos españoles, Bruno Alonso y María García llegaron aproximadamente 3 horas más tarde, así que en ese tiempo aproveché para comprar unas cosas que me hacían falta, entre ellas un adaptador universal de viaje que ahora me esta salvando la vida, literal. Una vez los tres reunidos, salimos del Aeropuerto en compañía del personal militar que nos esperaba a la salida del Aeropuerto. Mi impresión inicial fue, ufff ¡que calor hace en Buenos Aires!, Es verano, - todo normal- sin embargo, no pasó mucho tiempo para que nos aclimatáramos a la ciudad, total, esa es una de las cualidades del ser humano: adaptación a los cambios. Debo mencionar también que Buenos Aires es una ciudad muy linda, verde, y pintoresca. Creo que podría, fácilmente, convertirse en una de mis ciudades favoritas de Latinoamérica. Seguidamente de un recorrido de aproximadamente 30 minutos de Ezeiza, llegamos al Comando Conjunto Antártico (COCOANTAR) el cual es un centro militar dedicado a la logística Antártica. Para los que nos consideramos unos antárticos por vocación este es el Disneylandia para nosotros, tal cual, pues aquí pasa toda la magia para que este país pueda mantener su presencia en el continente helado. Los Capitanes, Tenientes y Oficiales del Ejército Argentino nos recibieron muy calurosamente dándonos un muy completo recorrido en todas sus instalaciones. Para ponerlos en contexto del poderío de Argentina en la Antártida, decirles que este país tiene 6 Bases permanentes, es decir, que están operando todo el año y 5 Bases temporales, es decir, que solo operan durante el verano. En total son 11 Bases Antárticas que sirven de apoyo logistico. A eso se le suman los refugios, buques, aviones, helicópteros y otros medios de transporte que garantizan la presencia de Argentina en el continente blanco. Algo que particularmente llamó mi atención fueron las famosas -jaulas-, estas son bodegas de dimensiones considerables que son utilizadas para almacenar todos los suministros que serán utilizados durante la campaña antártica del año, Entre ellos: alimentos, equipos varios, cosas de higiene personal, material eléctrico, entre otros. Cada Jaula representa una Base en la Antártida y de esa manera tienen un control adecuado de cuáles son los requerimiento de cada una. ¡Si que tenemos mucho que aprender de ellos! Dentro del recorrido al COCOANTAR tuvimos el privilegio de conocer su Museo Antártico. ¡Esto es simplemente genial¡ Yo me la pasé como niño en dulcería. Como verán en las fotos, este tiene muchas reliquias de autos militares adaptados al hielo que se utilizaron en diferentes expediciones, además de skies de cuando se permitían perros dentro del continente, maquetas de distintas Bases, equipo de comunicación, entre muchas otras cosas. Además, este Museo muestra la historia de la Argentina en la Antártida; es decir, sus inicios, proezas, hazañas, desafíos y demás situaciones que tuvieron que ir superando año a año para poder permanecer en la Antártida. En esta historia resalta un militar, diplomático y explorador antártico que tuvo la visión de crear e impulsar muchas de las Bases que hoy conocemos , este es el Coronel Hernán Pujato. Según la historia antártica argentina, el 22 de febrero de 1904 Argentina izó por primera vez su pabellón en la Antártida. Fue el primer país en asentar una Base en la isla Orcadas iniciando una ocupación permanente y siendo los únicos allí durante los siguientes 40 años. Guatemala llegó a la Antártida en 2013. - Solo para que se hagan una idea- Luego de conocer este Museo nos movimos al comedor principal para almorzar con nuestros anfitriones. Durante este tiempo aprovechamos para platicar sobre nuestros países, cultura, historia, en fin. Ya saben, un poco de todo. En este punto fue donde caí en la cuenta de la comida argentina y muy dentro de mi dije: - Estos amigos son los maestros de la parrilla- y si, de allí para adelante he tendió carne en toda mi dieta. Ni modo, ¡hay que aprovechar! Luego del agradable tiempo de comida, proseguimos a darles unos sencillos, pero importantes recuerdos de nuestra Expedición. Por mi parte corrió la cuenta de darles un recuerdo del IPOGUA por colaborar con nosotros y darnos la logística para poder llegar al continente más austral del planeta. -Poquita cosa- Algo muy lindo, y es de apreciarlo, es que todos estos recuerdos los valoran mucho. Los cuelgan en la pared, arriba de su chimenea, como una memoria de las expediciones con las que han colaborado. Finalmente nos tuvimos que despedir del COCOANTAR para continuar con nuestro día, que para ese punto aun no nos habíamos instalado. - del avión al COCOANTAR - Nos instalamos en la Residencia Miliar, un lugar muy comodo que fue testigo del cansancio acumulado que nos andábamos aguantando. Pero antes hicimos unas compras rápidas para tener de reserva, luego nos instalamos y a dormir. A recargar fuerzas que esto apenas inicia. Al día siguiente muy en la mañana pasaron por nosotros para iniciar con todo el proceso de la cuarentena obligatoria. Pero esto será en otro blog, de momento solo les diré que esta no es una cuarentena normal, es una cuarentena pre-antártica que involucra una serie de actividades militares. Eso es todo amigos antárticos, ¡Nos vemos pronto en otra aventura antártica! Ricardo |
AuthorIPOGUA ArchivesCategories |